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El dolor que ignoras, la lesión que te detiene

  • Writer: Alexander Cruz
    Alexander Cruz
  • Mar 18
  • 3 min read


El mayor enemigo de un atleta no siempre es el rival en cancha, si no el desgaste silencioso que lo obliga a detenerse cuando menos lo espera. 


Los atletas son máquinas de alto rendimiento. Cada día desafían sus límites, persiguen la excelencia y buscan la mejora constante. Pero en esa carrera incesante por ser mejores, hay un enemigo silencioso que acecha: las lesiones por sobreuso.


No llegan de repente como un esguince o una fractura. Se infiltran lentamente, sin avisar, hasta que el dolor se vuelve insoportable y la única opción es detenerse.


La historia se repite una y otra vez. Un atleta siente una ligera molestia en la rodilla, en el codo o en el tendón de Aquiles. No es gran cosa, piensa. “Solo necesito calentar mejor”, “tal vez es fatiga”, “después del juego se me pasa”. Y sigue.


Pero los días se convierten en semanas, el dolor persiste, y cuando finalmente decide hacer algo al respecto, ya es demasiado tarde. El cuerpo ha hablado, pero él no quiso escuchar.


Las cifras lo confirman. Estudios en medicina deportiva han demostrado que más del 50% de las lesiones en deportes de resistencia y el 30% en deportes de equipo son por sobreuso (van Mechelen, 1992; Bahr & Maehlum, 2004).


¿Por qué? Porque el cuerpo humano es increíblemente adaptable, pero también tiene un punto de quiebre. Cuando la carga de entrenamiento excede la capacidad de recuperación, los tejidos comienzan a degradarse en lugar de fortalecerse. El resultado es un espiral de inflamación, dolor y daño estructural.


La sobrecarga repetitiva genera microtraumas en músculos, tendones y huesos. Si no hay tiempo suficiente para reparar esos daños, el cuerpo entra en un estado de fatiga crónica.


Y aquí está lo peligroso: el dolor no siempre aparece en la fase inicial, lo que hace que muchos atletas ignoren las señales tempranas. Para cuando el dolor es evidente, la estructura ya está comprometida. Esto puede significar semanas, meses o incluso el fin de una carrera deportiva.


Muchos atletas enfrentan el miedo a reducir la carga de entrenamiento por temor a perder el progreso. Pero la realidad es que una pausa controlada es siempre mejor que una lesión que te obligue a parar por completo.


Dependiendo del tipo de actividad, algunas estructuras están más expuestas a este tipo de desgaste. Corredores suelen sufrir fascitis plantar o fracturas por estrés. Levantadores de pesas, tendinitis en el manguito rotador. Jugadores de baloncesto, tendinopatía rotuliana. Nadadores, síndrome del hombro de nadador. Tenistas, codo de tenista (epicondilitis lateral). Conocer estos riesgos permite tomar medidas antes de que el daño se vuelva irreversible.


La prevención no se trata solo de estiramientos o hielo después de entrenar. Se trata de equilibrio. Estudios recientes han demostrado que estrategias como el control de la carga de entrenamiento, la periodización adecuada y la incorporación de ejercicios de fuerza reducen significativamente el riesgo de lesiones por sobreuso (Soligard et al., 2010; Gabbett, 2016).


Es decir, no se trata de entrenar más, sino de entrenar de manera más inteligente.

Aquí está la parte difícil: los atletas odian descansar. Para muchos, hacer menos se siente como rendirse. Sin embargo, la ciencia lo deja claro: el descanso no es el enemigo, sino el aliado del crecimiento.


Los músculos se fortalecen durante la recuperación, no durante el esfuerzo. Los tendones se regeneran en los momentos de inactividad, no en el desgaste constante.


Descansar no es perder el tiempo, es construir un cuerpo más fuerte.


Entonces, ¿qué se necesita para evitar caer en esta trampa? Escuchar al cuerpo. Si una molestia persiste, no la ignores. Si el rendimiento empieza a bajar, revisa la carga de trabajo. Si el sueño se ve afectado o la fatiga es constante, tal vez el cuerpo está pidiendo ayuda. Los grandes atletas no solo entrenan duro, también entrenan con inteligencia.


Porque al final del día, no gana el que más sufre. Gana el que puede mantenerse en la batalla más tiempo. Y eso solo es posible cuando el cuerpo no es visto como una máquina desechable, sino como el activo más valioso que un atleta puede tener.


Así que pregúntate: ¿Cuántas veces has ignorado el dolor pensando que era normal? Tal vez hoy sea el día para escuchar a tu cuerpo antes de que sea demasiado tarde.


Referencias:

Bahr, R., & Maehlum, S. (2004). Clinical Guide to Sports Injuries. Human Kinetics.


Gabbett, T. J. (2016). The training—injury prevention paradox: should athletes be training smarter and harder? British Journal of Sports Medicine, 50(5), 273-280.


Soligard, T., et al. (2010). Comprehensive warm-up programme to prevent injuries in young female footballers: cluster randomised controlled trial. BMJ, 340, c2469.


van Mechelen, W. (1992). Running injuries: a review of the epidemiological literature. Sports Medicine, 14(5), 320-335.

 
 
 

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